LLAMADOS A SER LUZ

¡Quién no ha experimentado un apagón en su vida!, cuando las luces de la ciudad se apagan por diversos motivos, y quedamos en penumbras sin saber qué hacer,  anhelando que pronto regrese la ansiada luz. Es allí cuando reconocemos lo valiosa que resulta, ciertamente, la luz. Es como si de repente nos volviésemos torpes, como si no supiésemos caminar, como si la falta de luz nos obligara a conducimos a tientas, buscando reconocer los lugares ya conocidos, buscando encontrar alguna vela que nos alumbre; llegando, incluso a tropezarnos con cosas que han estado en ese mismo lugar desde hacía mucho tiempo.
Muchas veces en nuestro diario caminar, de un momento a otro, pueden llegar a nuestra vida, diversos apagones que nos desorienten de nuestro rumbo cotidiano. De un momento a otro puede llegar la oscuridad que ciega, que asusta, que oculta el camino por el que estábamos caminando. Sin embargo la Biblia dice en Mateo 5:14  que nosotros somos “luz en la tierra” eso quiere decir que no hay tinieblas en nosotros y que la oscuridad del mundo no tiene por qué afectarnos; eso significa que ante la llegada de un apagón espiritual no es necesario correr a buscar en las casas de otros las lámparas a kerosén o las velas para alumbrarnos, porque simple y sencillamente en nosotros hay LUZ. La Luz de Cristo está en nuestro corazón, y ella nos alumbrará el camino y servirá, además,  para alumbrar la vida de otros. ¡Qué maravilloso resulta el saber que somos esa luz que alumbra! y  qué gran responsabilidad, saber que nuestra lámpara no puede ocultarse debajo de la cama, sino que debe colocarse bien en alto, a fin que alumbre todos los rincones de este mundo.

Amigo lector, si Cristo está en tu corazón no temas las tinieblas que se avecinen, no temas a la noche por más oscura que esta sea, mira dentro de ti la Luz del Señor; pero si tu corazón  se muestra opaco y sin luz, hay esperanza también para ti, ven a la fuente de toda luz: JESUCRISTO y pídele que vuelva tu vida un faro que alumbre, aún  en medio de la más terrible oscuridad  de una noche tempestuosa. 

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